Diario B: El quejica y la felicidad…

S on las 3:50 am de un día en el que he salido de casa a comprar Actrón -Bayer… consulte a su médico y tal- para el dolor de cabeza -the best-, he comido una sopa de sobre y he cenado dos filetes de lomo que mi madre de 89 me ha tenido que preparar para que comiera algo. (A ella también le apetecía creo.) El resto ha sido trabajar y dormir el agotamiento. Quejica. Hay gente que no se queja. Yo sí. Hay gente que sólo pone en su Instagram los grandes momentos, o los momentos bellos, yo pongo -también- los jodidos, si me da tiempo. Ni siquiera me quejo de los políticos: me quejo sólo de mí.

Quejica.

Por otro lado ayer hice una sesión de fotos maratoniana para una parte -muy- importante de la familia. Maratoniana en Nicanor, no parar ni un segundo -perdón, ni un instante- porque la vida pasa en un instante y ahora que hacemos fotografías de todo y hemos dejado en gran medida de vivir, hacer una «sesión» fotográfica, significa para mí, que mi vida es la de otros. No del todo, pero se acerca. Un instante de estar por ti y has perdido, quizá, la foto de la sesión. Así que el nivel de concentración es máximo, apenas te sientes y pasan las horas con una mínima parte dedicada a lo técnico y el 99% restante dedicada a fluir en otras vidas, en otras miradas, en otras pieles, en otras emociones… eso es claro imposible para un fotógrafo, pero yo lo intento, y lo intento al 100%. Era algo para alguien que quiero muchísimo, y que como titula Carmen Reviriego en su libro «La Suerte de Dar», cuando me desperté esta mañana con agujetas ¡de hacer fotos!, y después de haber visto un poco por encima el resultado -ya 4 am y había comenzado a las 10 am-, sólo tenía la conciencia muy claro de algo: ayer fui, por muchas horas… absolutamente feliz.

La vida es mágica, y cuando estas abierto a la magia, a vivir y a sufrir, resulta que, de pronto, acontece lo contrario. Quiero tanto a las personas -mi familia- con las que estuve, que pensar que un maricón por definición infecundo o estéril, puede dar amor, sólo darlo, y que eso se convierta en algo fecundo, real, y que pueda quedar, es lo más cercano a que dos pieles se encuentren y de esa música, pueda surgir una nueva vida. Es lo más a lo que se puede aspirar. «Yerma», decía Lorca. €

WP_20160118_16_49_32_ProMientras tanto intento que «Rufo» -mi nuevo coche de 500€ que me he comprado, mi nuevo camarada que me lleva a sitios que me han estado vedados por años-, esté pulcro y lucido. Intento que mi ordenador que está a punto de colapsar, aguante unos días más aunque sea a pedales, intento deshacer un error más con alguien a quien sólo debo gratitud -creo que no lo he conseguido-, me informo para mantener On.ignorance con una cierta decencia de contenidos, y luego no me da tiempo a escribir durante días porque los temas hay que preparárselos y llevan tiempo…. y hay -lo más difícil- seleccionar de todo lo que sabes que tienes que poner pero que sabes que no puedes porque necesitarías días de 2000 horas, y me rompo la cabeza sobre como sobrevivir a esta crisis de «cash» que ya no va a acabar nunca -mientras tenga internet y pueda escribir las proteínas son menudencias prescindibles…. Y, estudio, porque la tecnología va más deprisa que yo, y el mundo también,  editan genes aquí, están como locos con la AI (inteligencia artificial)…

Y de pronto son las 4:26 de la mañana. Eso es fluir, pero a veces, me gustaría reírme con amigos, bailar, pertenecer…

A veces elijo yo, y a veces la vida elije por ti. Ortega diría «Mi vida es lo que hago con ella y lo que me pasa».  Te enamoras, por ejemplo,  aunque te hayas pasado la vida evitándolo porque sabes que en tu contrato vital no venía la clausula del «tendrá usted derecho a enamorarse al menos una vez y ser correspondido», eso, Federíco,  se llama «yermo con alevosía» que, Amor, es una cosa de la vida que te pasa.  Y que cuando acuestes la cabeza en la almohada, con el último grano de arena de la vida cayendo y acabada ya la muerte para la que naciste, pasará por un instante la imagen de ese prado, frondoso, el más bello -vallado- que jamás llegaste a pisar.

Pero pasará también el día de ayer que me regaló mi ahijada, mis sobrinas, sus hijos, mi madre… y la luz que se unió como piel, con piel, con el «click» de la cámara, para hacer a alguien que quieres feliz… por un instante.